Para explicar con mayor claridad el caso tenemos este testimonio.
“Soy un ciclista al que le gustan las salidas largas, sin mirar el tiempo invertido en ellas. Mi mayor problema en la bici son los dedos de los pies. Simplemente se me duermen cuando llevo muy poco tiempo desde que he comenzado el ejercicio. En ningún momento llegan a doler, es una sensación como si no existieran, si me los cortaran me daría igual. Voy moviéndolos dentro de la zapatilla para intentar despertarlos pero enseguida vuelven a adormecerse, y así hasta que me bajo de la bici. No es algo que me impida realizar salidas de horas y horas, pero termina por afectar mi moral porque no sé el porqué me sucede. Ni que decir tiene que he probado varias zapatillas y puesto las calas en todas las posiciones posibles”.
El problema viene fundamentalmente por el calzado ciclista, que no se adapta a la morfología de los pies. Las zapatillas que usas son muy estrechas. Por ejemplo, teniendo 100 mm de anchura en metatarsos, no puedes considerar usar una zapatilla de ciclismo menor a ese ancho, en algunos casos, los ciclistas usan de menor ancho, esperando a que con el tiempo se aflojen, lo cual, no sucede.
Esta estrechez de horma hace que la zona se comprima, cortando el riego sanguíneo a los dedos y provocando el adormecimiento de los pies. Este problema no es de un ciclista, de hecho lo padecen muchos ciclistas, no hay más que fijarse en cómo la piel de las zapatillas se deforma en la zona de metatarsos.
El pie no entra en la zapatilla y la piel se expande. Se forman también arrugas y pliegues en esa misma zona fruto de este fenómeno.
“Si mis pies no son especialmente raros y la mayoría tenemos metatarsos de una anchura de más de 95, ¿por qué los fabricantes hacen zapatillas delgadas?”, muchos se preguntarán.
Es una cuestión de estética. Una zapatilla estrecha es mucho más estilizada y bonita que un zapato ancho. Las marcas lo saben y, para solucionar problemas que ellas mismas generan, se valen de materiales como piel, muy maleable, para que el pie pueda expandirse, deformando la zapatilla. En un 28, el número que se emplea de referencia en la industria del calzado, la anchura del piso de la zapatilla debería ser de 98 mm, pero ninguna zapatilla de las más conocidas del mercado lo cumple. Pero sí que hay empresas que ofrecen diferentes anchos de horma, e incluso zapatillas totalmente a medida, una solución perfecta para los pies del ciclista.
Considera que también debes hacer una prueba antes de comprar las zapatillas y que deben ajustar de forma sencilla sin sentir muy apretado los laterales del pie. Déjatelos un tiempo puestos y nota si se te adormecen los dedos de los pies, si eso sucede, entonces debes buscar un calzado que sea más ancho.
Fuente:bikeafondo.com.mx
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